¿Habéis leído "La Metarmorfosis" de Kafka? Seguramente sí; suele ser un libro de lectura obligatoria en los tiempos de instituto o bachiller. Os recuerdo, un hombre que, repentinamente, una mañana ve transformado su cuerpo en el de un insecto. Su percepción del mundo cambia ya que se ve limitado por su nueva apariencia. Pero mantiene la cordura y raciocinio de un humano.
Pues bien, os invito a que seáis los protagonistas de esta historia solo que, en vez de convertiros en un insecto, vamos a intentar metamorfosearnos y meternos directamente en la piel de un pez. Quizá os parezca ridículo, quizá sois de los que pensáis que un pez es "tonto", que "no tiene memoria", ni "inteligencia", que los peces son seres insulsos, que no se comunican, que no expresan nada, que no tienen "capacidad de sentir".... vamos a experimentar en carnes propias lo equivocado de estas afirmaciones.
Primero, dejad lo que estáis haciendo. Imaginad que vuestro cuerpo se alarga, vuestras extremidades se acortan, las piernas pasan a formar un sólo apéndice que se mueve ligeramente. Estáis flotando, tranquilamente, en un medio líquido, ligero, os movéis de
prisa. Imaginad la maravillosa sensación de flotar en el agua, de poder nadar casi sin esfuerzo, dejandoos llevar por las corrientes, a unos cuantos quilómetros por hora. Sentid esa sensación de libertad, de paz, esa aparente ausencia de ruido del fondo marino; escuchad las burbujas, las algas meciéndose, la arena del fondo siendo arrastrada. Dejaos calentar por los rayos del sol que traspasan el agua. Dejaos llevar por el agua.
Ahora vamos con vuestras nuevas características físicas. Seguis teniendo dos ojos, pero
estos pueden mirar a uno y otro lado simultáneamente. Comenzais a verlo todo de otra manera. Mucho más completa. Veis los colores, pero estos son mucho más intensos, la luz también es más intensa. Sois como gatos bajo el agua. La oscuridad ya no es un problema, percibís las cosas perfectamente con luz o sin ella. También vuestro olfato se ha agudizado, y mucho. No sabéis por qué, pero cuando os
cruzais con otros peces sabeis inmediatamente si son de vuestra misma especie, si son una amenaza, si están tranquilos, si sufren.... Lo sabéis todo de ellos, y simplemente os ha hecho falta recibir su olor. Ahora percibis un mundo olfativo como nunca antes lo habíais imaginado. Todo cobra otro sentido. Os dejáis guiar por el olor de lo que os rodea y aparece un mundo desconocido hasta entonces.
Pensad en vuestro cuerpo. Han aparecido nuevas sensaciones. Notad cómo podéis
sentir vibraciones extrañas a medida que vais nadando. Por ellas evitais chocaros, sentis a los depredadores, os guiais.... Pero eso no es todo. Ahora comprobais que sois extremadamente sensibles a los cambios de temperatura. Vuestra piel se ha vuelto casi transparente y os hace tener millones de sensaciones que antes no eran posibles. Aprendeis que os gusta el contacto con otros animales que nadan como vosotros. Además podéis "degustar" la comida antes incluso de introducirla en vuestra boca. Tenéis papilas gustativas externas que os permiten saborearla antes de haceros con ella.
Como veis, parece que estáis viviendo en un universo paralelo, infinitamente tan distinto al que estábais acostumbrados pero a la vez tan cercano y real. Ese mundo existe; existe en los mares, en los océanos, en los ríos, en las charcas, en los lagos, en los pantanos.... Es un mundo que, por desconocimiento e ignorancia, tendemos a menospreciar y ridiculizar tan a menudo que deberíamos sentir vergüenza. Ahora nosotros formamos parte de él y vemos que es mucho más completo y "lleno" de lo que puede ser el nuestro. Millones de animales campan en él o "deberían" mejor dicho, y perciben infinitamente más sensaciones que nosotros, los humanos, tan "evolucionados" y "completos".
¿Algo más que deberíamos cambiar antes de transformarnos completamente en peces? Pues, realmente, no muchas más cosas. En cuanto a la percepción del entorno somos muy parecidos. Los peces saben dónde buscar y encontrar comida, de quién fiarse o de quién permanecer apartado. Contrariamente a lo que popularmente se cree, sí tienen memoria, y bastante buena. Saben perfectamente situarse y localizarse en complejos mapas mentales que elaboran recordando sitios por los que van pasando. Compiten y rivalizan, recuerdan individuos e incluso van aprendiendo de errores ajenos. También se comunican, a su modo, mediante sonidos que, para qué hablar de ellos, nosotros nunca seremos capaces de oir. En definitiva, son seres complejos y completos, llenos de vida, con intereses individuales, con búsquedas, iniciativa, con sentimientos sobre qué quieren o no, con fines propios. O sea, seres que merecen respeto.
Pero volvamos a nuestra "metamorfosis".
Ahora nadamos felices en nuestro nuevo entorno. Estamos disfrutando a cada momento de nuestras nuevas y maravillosas experiencias sensoriales. Nunca imaginamos poseer tantas capacidades, rodearnos de tantas sensaciones y vivencias nuevas.
Entonces es cuando entramos en juego nosotros.... los que no hemos sido diseñados (me baso en datos completamente empíricos) sino para "joder" al prójimo (y perdón por la expresión)....los que pasamos por encima de los demás, sean o no de nuestra especie, con tal de conseguir nuestros objetivos sean cuales fueren... los que despreciamos la vida de los demás por procurarnos placer... los animales humanos.
Han llegado las redes de pesca. Ahí están, bajando, tranquilamente pero sin pausa. Os rodean inevitablemente y todo este fantástico mundo termina de golpe. Ya no hay escapatoria posible. Por más que nadeis, por más que intenteis volver a la calma del mar abierto, ya es imposible. Las redes están por todas partes. Dentro os habeis quedado muchos, demasiados. Todos empezais a nadar a la vez, sin rumbo, chocándoos, golpeándoos, hacinados. Ya de nada sirve vuestra maravillosa percepción de las vibraciones, ni el olfato, ni nada. Esto es el caos. Sentis el daño, sentis aproximarse el momento final. No sabeís exactamente qué pasa pero sabeis que no es bueno.
Es horrible cuando la red se empieza a izar inexorable. Os arrastra como a objetos inertes fuera del agua. Veis aproximarse la luz velozmente. Pero lo peor no es el saber que en unos momentos os estaréis asfixiando. Lo peor son los cortes hirientes que la red os hace por todo el
cuerpo. Es maravillos la fina y perceptible piel de los peces, sí, pero también es extremadamente sensible. ¿Recordáis la sensación de una pestaña cuando se os mete y os pincha la sensible piel de los ojos? ¡Pues toda la piel de los peces tiene exactamente la misma sensibilidad! Imaginaos lo que es sentir en esa fina tela las abrasivas y cortantes fibras de la red de pesca. El dolor es inimaginable. Millones de agujas como pestañas duras clavandose incesantemente por todo vuestro cuerpo. Punzadas de dolor y cortes que os agotan, que os obligan a frotaros unos contra otros hasta acabar exhaustos. A esto sumadle el peso de los otros peces que están por encima de vosotros. Cuando salís del agua es insoportable.
Y ahora viene la asfixia. El no poder dar una bocanada, el abrir los ojos y la boca y el retorcerse de angustia buscando el agua. Estáis dentro del barco y es imposible respirar. No teneis salvación. Aún así, todavía algunos son golpeados bruscamente para ser asesinados. A otros les arrancan las agallas para que se desangren. Y mientras, vosotros seguis intentando respirar, pero el tiempo se acaba. Vais a morir. Vuestros cuerpos muertos serán salados o envueltos en hielo para acabar en una sartén con aceite hirviendo. Vais a ser devorados por vuestros captores, o por sus hijos, o por otros humanos que pagan a los asesinos para que les lleven a casa vuestros cadáveres. Mientras estáis muriendo, empezáis a recordar esa indescriptible sensación de ser un pez.
Esto es sólo para que os hagáis una idea de la forma en que los peces sufren y
mueren por millones cada año. Que triste que ni siquiera podamos daros una cifra fiable, ya que los "futuros pescados" no se cuentan por individuos sino por peso, por toneladas. Son, a mi entender, los grandes olvidados del planeta. Son seres maravillosos con muchas capacidades que se escapan a nuestro entendimiento pero que, desgraciadamente, casi nunca son tenidos en cuenta para nada más que para servir de "alimento". Siempre han sido despreciados de una manera brutal, arrinconados y considerados como "animales de segunda" sólo porque son muy distintos al resto de los que habitamos el planeta. Se les suele tratar de insulsos, de seres sin memoria, se les mete impunemente en acuarios para que nos alegren la vista en el salón e incluso utilizamos apelativos insultantes para referirnos a olores con respecto a sus cuerpos muertos. Nunca se les tiene en cuenta. Es bastante frecuente que ni siquiera se asocie su "no consumo" con el vegetarianismo, como si ni siquiera fuesen seres vivos capaces de sentir.
Con respecto a la pesca a menudo empatizamos más con "las pobres familias que salen al mar a buscarse el sustento arriesgando la vida" que con los miles de seres
que
se asesinan y que sufren silenciosamente cada minuto. Son animales que no emiten sonidos reconocibles por el oído humano, por lo tanto, no protestan. Les vemos abrir y cerrar la boca buscando respirar e incluso hacemos chistes o sentimos total indiferencia. Vemos sus cadáveres tirados por millares en las lonjas o en el supermercado encima del hielo y pensamos en ellos como "producto fresco", lo que es sinónimo de "nutritivo, saludable y alimentación equilibrada".
Muchos "juegan" a matarlos, salen los fines de semana a pescar pece
s que, una vez clava
do el anzuelo, devuelven al agua. Estos tipos presumen de no ser crueles con ellos, de dejarles en libertad. Lo que a lo mejor no saben es que estos individuos están condenados a morir. Sus bocas quedan destrozadas, las heridas se infectarán en pocos minutos y, el noventa por ciento de ellos, ya no podrá alimentarse, por lo que acabarán muriendo de inanición. Esto es la "pesca deportiva", otra denominación absurda de la práctica del asesinato y la tortura gratuitas.
Concluyendo. Deberíamos impregnarnos más de los demás, meternos más a menudo en la piel de los otros y empatizar con aquellos que está demostrado que sienten como podemos hacerlo los humanos. Da igual lo diferentes que parezcan. Da igual que no podamos oirles gritar y rebelarse. Da igual que nos creamos superiores a ellos. Todo da igual si únicamente sabemos QUE SON CAPACES DE SUFRIR.
Fuente: www.sentirbajoelagua.com